Como una forma de aproximación para identificar los elementos significativos de un texto, y estudiar el sentido que las palabras cobran en el mismo, la semántica establece pautas para partir hacia un estudio textual.
El presente trabajo abordará la novela fantástica de El caballo y su muchacho de las Crónicas de Narnia escrito por C.S. Lewis, partiendo de un análisis semántico de las palabras para poder corroborar el tema de una dualidad reflejada en el concepto de libertad que se maneja en la obra.
Es necesario deconstruir el objeto de estudio para llegar a un nivel de significación. Es por ello que, para empezar, es debido hurgar en el título de la obra, ya que nos señalará uno de los indicios para lograr dicha significación.
La etimología tiene por objeto la reconstrucción de la historia de las palabras a partir de las palabras de las que provienen, en un estado anterior y a través de cambios sucesivos. La etimología establece la naturaleza de la relación entre el étimo (forma) y su derivado.[1] Lo citado con anterioridad nos refiere la importancia de la etimología de las palabras para comprender su significado y situarlo en el texto de la obra.
The horse and his boy (título original) refleja la historia de un caballo y un muchacho.
Caballo, del latín caballus (caballo castrado, caballo de trabajo) se define de la siguiente manera: Mamífero herbívoro, cuadrúpedo, de cuello largo y arqueado que, al igual que la cola, está poblado de largas y abundantes cerdas, fácilmente domesticable, y que se suele emplear como montura o como animal de carga o de tiro. El caballo de batalla es el que los antiguos guerreros y paladines se reservaban para el día del combate, por ser el más fuerte, diestro y seguro entre los que poseían, y que también lo tienen hoy los oficiales generales y otros de alta graduación. Por otra parte, la Enciclopedia de Símbolos[2] define al caballo así: El caballo se convierte en la bestia solar, en cabalgadura de los dioses, en símbolo de fuerza bruta domeñada por la razón, o de la alegría y la victoria.
Un sentido de particularidad e individualidad caracteriza el concepto de “El caballo…”. Es Narnia, lugar de origen de Bree, (caballo protagonista de la novela) en que los personajes se caracterizan por un estilo de vida de libertad. Libertad que le hace distinto al resto de los caballos que habitan en Calormen, lugar en que Bree está secuestrado desde que era un potrillo (definición: fácilmente domesticable). Bree es un caballo parlante y vanidoso, ya que siempre se jacta de su buena condición como caballo de guerra (definición: fuerte, diestro y seguro).
La segunda parte del título: “…y su muchacho”, refiere el personaje de Shasta, quien vive como esclavo en Calormen bajo la autoridad de Arsheesh, al que llamaba padre, quien lo encontró de bebé y lo crió. La etimología de muchacho quizá proviene de mocho (rapado), porque se tenía la costumbre de que los niños llevaran el pelo corto: se dice de un niño que no ha llegado a la adolescencia. Entonces, esta segunda parte del título refiere un sentido de propiedad del caballo sobre el muchacho. Es Bree quien propone la huida de Calormen hacia Narnia. Shasta aprende a montar porque se convierte en el aprendiz de Bree: éste le enseña a subirse al caballo, a sentarse, a guiarse, etc. En sus conversaciones, Bree le muestra a Shasta lo bello y anhelante que es vivir en Narnia:
El feliz país de Narnia; Narnia, la de las montañas cubiertas de brezos y las colinas llenas de tomillo; Narnia, la de los muchos ríos… ¡Ay, la dulce brisa de Narnia! Una hora de vida allí es mucho mejor que mil años en Calormen. [3]
En la novela se plantea el concepto de libertad a partir de dos perspectivas en relación con los personajes de Shasta-Hwin y Bree-Aravis; de manera que se presentan ideologías y acciones que se desarrollan en la historia con base a dicha dualidad.
Aravis es una tarkaana que habita en Calormen; tiene una muy buena posición social, pero decide escaparse cuando se entera de que su padre la ha comprometido en matrimonio con un poderoso tarkaan llamado Ahoshta. Aravis es la dueña de Hwin. Hwin es una yegua parlante proveniente de Narnia, pero como Bree, ha sido secuestrada desde pequeña y trasladada a Calormen en donde funge como cualquier animal de la región. Es sumisa, mansa y nerviosa.
Suele considerarse que la palabra libertad designa la facultad del ser humano que le permite decidir llevar a cabo o no una determinada acción según su inteligencia o voluntad. La libertad puede expresarse en la condición o situación del que no es esclavo, no está preso o no está sometido. El anterior concepto de libertad es el que, de una manera general, se conoce y proyecta en la sociedad. Es el concepto que se relaciona directamente con el personaje de Bree y Aravis.
El sentido, tal como nos es comunicado en el discurso, depende de las relaciones de la palabra con las otras palabras del contexto y estas relaciones son determinadas por la estructura del sistema lingüístico.[4] Por esta razón podemos señalar el sentido que la libertad adquiere en la obra y los personajes, según el contexto de la historia, y la manera en que los sucesos se van desenvolviendo para dar figura a la novela.
Bree y Aravis son los personajes que, después de gozar una libertad habitual en el desarrollo de su vida, se ven ahora cautivos.
Bree nace y crece en Narnia hasta llegar a ser tan solo un potrillo; luego es secuestrado y llevado a Calormen. Para Bree lo primordial es recuperar su libertad; siempre espera el momento preciso para partir hacia su tierra natal:
Durante todos estos años he sido esclavo de los humanos, ocultando mi auténtica naturaleza y fingiendo ser mudo y bobo como sus caballos.[5]
Bree decidió nunca revelar su verdadera identidad, porque si demostraba que era capaz de hablar, estaba seguro de que lo expondrían en ferias y eventos sociales y lo cuidarían mucho más, siendo imposible un intento de escape. Entonces, debido a su forma singular de caballo, es adiestrado para la batallas de los ejércitos convirtiéndose en un caballo de guerra. Este hecho forma en Bree una manera de pensar jactanciosa y determinante; y aunado a su deseo constante de obtener su libertad, hacen del personaje una figura central con ansia de sobrepasar cualquier barrera para conseguir su propósito. Y es que a diferencia de los calormenos que conciben la libertad ligada al servicio a sus dioses, amor al dinero y poder, y sometimiento al gran Tisroc; la libertad de los narnianos se ve reflejada en un mundo de seguridad, ayuda, felicidad y plenitud.
Aravis era una chica que, hasta el momento de enterarse que su padre la ha comprometido sin su consentimiento, había vivido de manera libre por su hogar. Siendo la única hija del tarkaan Kidrash, hijo del Tisroc Ilsombreh, hijo del Tisroc Ardeeb que descendía por línea directa del dios Tash. Su padre era el señor de la provincia de Calavar y tenía derecho a permanecer de pie y calzado ante el gran Tisroc (pág. 51). Con este contexto es lógico que Aravis tuviera un derecho vasto de realizar acciones que ella consideraba por sí misma. Era libre en su tierra:
Recordó entonces que Lasaraleen había sido siempre así, interesada en los vestidos, las fiestas y los chismorreos, mientras que Aravis había sentido siempre más interés por los arcos, las flechas, los caballos, los perros y la natación.[6]
Al sentirse prisionera, Aravis desea con ahínco su libertad. Al principio cree que la muerte es el remedio, pero con el consejo de su yegua deciden escapar hacia la libertad que Narnia ofrece en sus tierras. Al igual que Bree, lo primordial para Aravis es recuperar su libertad. Nunca se casaría con un hombre que vivía atado a trivialidades de poder y desdén.
Es un repugnante esclavo servil que lisonjea cuando le dan patadas…!Fu! Antes me casaría con el empleado de cocina de mi padre que con una criatura como ésa.[7]
Bree y Aravis conciben la libertad como la única salida y oportunidad de vivir plenamente. Sus acciones se dirigen siempre con este propósito, pues ellos habían experimentado lo que era vivir libremente en todos los sentidos.
Por otra parte, y a diferencia de la percepción establecida en Bree y Aravis, son los personajes de Shata y Hwin los que consolidan el concepto de libertad de una manera relativa; pues en su caso, ellos buscan ser libres sin haber conocido la libertad como la han hecho Bree y Aravis.
Para comprender el sentido de las cosas, y en este caso del texto, debemos siempre profundizar en el contexto para justificar los pensamientos y acciones de los personajes, pues una descripción de la palabra aislada no permite comprender como se combinan los sentidos de una oración para construir un sentido total.[8] O bien,…es el contexto el que precisa el sentido…Toda palabra está ligada a su contexto del que extrae su sentido.[9]
Cuando Shasta era un bebé, un pescador (Arsheesh) lo encontró en un bote a la orilla de una playa y decidió criarlo para que trabajara para él. Shasta aprendió a llamarlo padre aunque Arsheesh nunca tomó el rol como tal. En realidad Shasta vivía como un esclavo sin estar conciente de ello:
…cuando Arsheesh no obtenía las ganancias esperadas, se dedicaba a censurar todo lo que el muchacho hacía y a veces incluso le pegaba…Shasta tenía trabajo en abundancia: reparar y lavar redes, preparar la cena y limpiar la cabaña en la que ambos vivían.[10]
Cuando Shasta tiene el encuentro con Bree, es éste quien le aconseja huir de Calormen, pues el muchacho estaba ya dispuesto a ser vendido a cierto tarkaan. Si Shasta emprendió el viaje hacia Narnia fue por la influencia que Bree ejerció sobre sus decisiones. La manera en que el caballo se expresaba de Narnia y la libertad indicó el punto de partida para que Shasta empezara a actuar conforme a una ilusión y deseo de los que ni siquiera él estaba seguro que podrían llegar a ser realidad. Tan sólo, el muchacho deseaba una vida diferente a la que tenía con el pescador. No sabía lo que significaba ni la manera en que la libertad se llevaba a cabo.
El viaje que emprendieron hacia Narnia estuvo lleno de aventuras. Por el campo, por el río, por Tashbaan, por el desierto y por las montañas, Shasta siempre escuchaba a Bree. El caballo siempre se refería a Narnia como el único lugar en que serían verdaderamente libres.
En el momento en que Shasta deja a sus compañeros para ir solo hacia Narnia y prevenir acerca del combate que los calormenos preparan en contra de la región, se va formando en él, de manera personal, la idea de la libertad que había venido buscando desde que salió del lugar de prisión. Haber llegado a Narnia solo y darse cuenta por sí mismo de lo que el lugar implicaba junto con sus habitantes, abrió un panorama que él no había vislumbrado. Haber participado en la guerra a favor de los narnianos y descubrir su verdadera identidad ocasionó que Shasta (para entonces ya conocido como Cor) fuera explorando la libertad de la que por tantos días Bree le había venido mostrando. Lógicamente, en su nuevo hogar, Shasta debería aprender otras cosas, pero siempre con el fin del beneficio propio y el de Narnia:
Yo tendré que aprender a leer y a escribir, estudiaré heráldica, baile, historia y música mientras que tú (a Bree) te dedicarás a galopar y revolcarte por las colinas de Narnia hasta que te canses.[11]
A Hwin, yegua de Aravis, también la habían secuestrado de Narnia para llevarla a Calormen. El haber vivido desde entonces como propiedad de los humanos, ocasionó que la yegua se convirtiera en una figura sumisa y nerviosa. Durante sus años en la esclavitud, Hwin no hablaba nunca, con el fin de ocultar su origen narniano. Caso contrario a Bree, Hwin nunca buscó una oportunidad para salir de Calormen, sino que la posibilidad de huir se presentó y en ese instante la aprovechó.
Para aquello, Hwin no tuvo respuesta, siendo, como la mayoría de yeguas de buena raza, una criatura muy tímida y afable a la que se podía hacer callar con suma facilidad.[12]
La descripción anterior acerca de Hwin nos da el indicio preciso para comprender el pensamiento de la yegua, pues a pesar de que su origen radicaba en Narnia y de que ella estaba conciente de que la libertad sólo la tendría en su tierra, no osaba el aventurarse por voluntad propia a realizar un viaje para huir de Calormen. La vida y la rutina en Calavar habían envuelto el pensamiento de la yegua hasta convertir en conformismo su quimera de libertad.
Hasta que Hwin conoce a Bree se da cuenta de lo que hubiera podido lograr si la idea de libertad, como la que poseía el caballo, hubiera prevalecido en ella. Hwin notaba en Bree una figura de voluntad y capacidad:
Hwin, la yegua, se mostraba un tanto tímida ante un gran caballo de combate como Bree y apenas hablaba…[13]
A lo largo de la novela estas dos concepciones de libertad van entretejiendo la historia según los pensamientos y acciones que ya se han mencionado. El sentido que los personajes reflejan, a través de su contexto, es el que permite la identificación de un nivel significativo y el poder penetrar en un matiz importante que la obra expresa: la dualidad representada de la libertad.
BIBLIOGRAFÍA
BAYLON, Christian/ FABRE, Paul. Semántica. Ed. Paidós. México, 1994. 307 pp.
BECKER, Udo. Enciclopedia de los Símbolos. Ed. Océano. México 1996. 347 pp.
GUIRAUD, Pierre. La Semántica. Ed. FCE. México, 1995. 141 pp.
LEWIS, C.S. El caballo y su muchacho. Las crónicas de Narnia. Ed. Destino. España, 2005. 278 pp.
[1] BAYLON, Christian/ FABRE, Paul. Semántica. Ed. Paidós. México, 1994. P. 81.
[2] BECKER, Udo. Enciclopedia de los Símbolos. Ed. Océano. México 1996. 347 pp.
[3] LEWIS, C.S. El caballo y su muchacho. Las crónicas de Narnia. Ed. Destino. España, 2005. P 21.
[4] GUIRAUD, Pierre. La Semántica. Ed. FCE. México, 1995. P. 27.
[5] Ídem 3. P 21.
[6] Ídem 3. P. 127.
[7] Ídem 3. P. 157.
[8] Ídem 1. P. 34.
[9] Ídem 4. P. 37.
[10] Ídem 3. P. 12.
[11] Ídem 3. P. 260.
[12] Ídem 3. P. 171.
[13] Ídem 3. P. 60.
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