viernes, 5 de junio de 2009

CHAC MOOL: UN PASADO EN EL PRESENTE

El cuento relata la historia de Filiberto, un simple empleado burocrático que gusta de coleccionar "ciertas formas del arte indígena mexicano" y que se hace de una estatua del Chac Mool, causa de extraños acontecimientos suscitados en casa de Filiberto que finalizan con su muerte. La historia es contada a través de la lectura de su diario que realiza un amigo suyo.
En Hispanoamérica, la literatura fantástica ha tenido un gran desarrollo y un estilo que ha sido valorado específicamente como aportación al género a nivel internacional. Carlos Fuentes, en Chac Mool, apela al género fantástico para presentar un choque entre lo real y lo irreal, vistiéndolo de verosimilitud.
En Chac Mool identificamos dos voces narrativas en primera persona. Una de ellas es con la que inicia el cuento: el amigo de Filiberto describe algunos acontecimientos que complementan la historia. Luego, éste cede la voz a las líneas que Filiberto escribe en su diario, que son las que nos llevan a descubrir en sí la historia misma. Si hablamos de Génetle, ubicaríamos estas voces en un nivel diegético e intaradiegético, ya que el amigo de Filiberto como narrador es un personaje dentro de la diégesis, y la voz del mismo Filiberto es la que envuelve la diégesis del cuento.
Observando la manera en que Filiberto narra en su diario y el hecho de que lo llevara siempre consigo, indica que sus letras iban dirigidas a la primer persona que lograra leerlo para hacerlo parte de su propia experiencia.
Chac Mool inicia cuando el amigo hace mención de la muerte de Filiberto; y es que como dijera Samperio: “el cuento moderno, a diferencia del tradicional, principia por algún punto del conflicto de la historia ya desarrollada”[1] para captar de inmediato el interés del lector.
La muerte de Filiberto está ligada totalmente con la aparición de la estatua de Chac Mool, nombre homónimo al título del cuento.
El término Chac Mool fue inventado en 1875 por el explorador Auguste Le Plongeon para nombrar un tipo de estatua que se encuentra en Chichén Itzá. Este nombre significa "gran jaguar rojo" en maya yucateco, y está asociado como deidad del agua.
En el transcurrir del relato descubrimos la voz oculta que trasmite la importancia y la necesidad que el pasado prehispánico, muchas veces olvidado, debe adquirir aún y cuando cientos o miles de años hayan pasado.
Desde la conquista española, el cristianismo ha predominado en México. A lo largo del desarrollo del cuento se manejan varios aspectos que nos remiten a la relación del cristianismo con la cultura indígena. Uno de ellos es la teoría que Pepe, amigo de Filiberto, expone acerca de la verdadera religión, resultado de la fusión de dichas culturas:
El cristianismo, en su sentido cálido, sangriento, de sacrificio y liturgia, se vuelve una prolongación natural y novedosa de la religión indígena[2]
A Filiberto le gustaba asistir a la Catedral, pero también encontraba gran afición por coleccionar estatuas e ídolos de arte indígena mexicana.
En la misma muerte de Filiberto encontramos expuesta esta relación:
Hace poco tiempo, Filiberto murió ahogado en Acapulco. Sucedió en Semana Santa[3]
Morir ahogado fue el resultado del conflicto que se suscitó de la relación entre Filiberto y Chac Mool, pues se presenta la intervención de éste como deidad prehispánica representada por el agua. Singularmente, la especificación de la Semana Santa como el momento preciso de la muerte de Filiberto, da pie al suceso de la muerte de Cristo, remitiendo, nuevamente a la relación que hemos venido manejando.
Un ejemplo más de este caso es el del lugar exacto en que muere nuestro personaje:
Claro, sabíamos que en su juventud había nadado bien, pero… ¡intentar salvar, a la media noche, el largo trecho entre Caleta y la isla de la Roqueta![4]
La playa de La Caleta es considerada un lugar reverenciado por la cultura maya desde donde se zarpaba hacia Cozumel a adorar a la diosa Ixchel. Por su lado, cerca de la Isla de la Roqueta se encuentra sumergida la Virgen de los Mares, un atractivo turístico para los nativos y visitantes, sobre todo los católicos. La muerte de Filiberto entre estos lugares nos habla, una vez más, acerca de la relación religiosa entre ambas culturas.
Filiberto es un personaje pasivo, mediocre. Es un empleado de oficina que se resguarda en una antigua casa que fue propiedad de sus padres. Vive de una manera tan común que parece ser que siente frustración desde que quedó fuera de un examen extracurricular:
Otros, que parecíamos prometerlo todo, nos quedamos a la mitad del camino, destripados en un examen extracurricular, aislados por una franja invisible de los que triunfaron y de los que nada alcanzaron[5]

Sin embargo, la vida de Filiberto da un giro desde el momento en que la estatua de Chac Mool llega a su casa. Desde entonces ya no sería el hombre común y corriente, ahora los conflictos de los que será víctima los reflejará aun en su trabajo. Su personalidad se ve cambiante: nervioso, inseguro, temeroso; y es que el presenciar los sucesos sobrenaturales que Chac Mool ocasiona en su vida, le inclinan a una condición de desesperación, miedo y horror:
…Él me observa desde la azotea. Dice que si intento huir me fulminará[6]
Por su parte, Chac Mool es la estatua que paulatinamente se irá reencarnando. Vemos en Chac la voz del pasado que anuncia sobrevivencia, la que se rebela al entierro.
Entre menos agua logra al alcance, más rápida es la evolución de Chac. El agua que le define como dios es la misma, carente, que le definirá como hombre.
…si el Chac cae en tentaciones, si se humaniza, posiblemente todos sus siglos de vida se acumulen en un instante y caiga fulminado por el poder aplazado del tiempo[7]
El amigo de Filiberto, el mismo que se encarga de leer el diario, es quien tiene el propósito de enterarse acerca del motivo que orilló a Filiberto a irse desprendiendo de su vida común de labores. Es un personaje concreto y objetivo. Al leer el diario piensa que el problema de su amigo fue psicológico, pero al encontrarse frente a frente con ese indio amarillo, seguramente vio cambiada su concepción.
En la secuencia del cuento, el diario y la narración se combinan con alternancia. Según Todorov, la alternancia “consiste en encontrar las dos historias simultáneamente; interrumpiendo ya una ya la otra para retomarla en la interrupción siguiente”[8]. Esta alternancia ayuda al grado de tensión que se va produciendo en la historia y que el lector disfruta a la par. Hay, en el relato, una continuidad de la voz de Filiberto que nos anuncia la manera en que los sucesos extraños se van presentando en torno a la estatua de Chac Mool; cuando esta voz se alterna con la de su amigo da como resultado la tensión que se persigue, y de la que habla Samperio: “En lo visible, la tensión se va construyendo con base en una cadena de expectativas…que el cuento va provocando dramáticamente, para que el lector mantenga una atención creciente desde el principio hasta el final”[9]
El espacio que se maneja en el cuento es preciso para evidenciar el ambiente en el que la historia va cobrando peso: una casa lúgubre y antigua, la oscuridad de un sótano, la lluvia y la inundación de la sala adquieren la función narrativa cuando se convierten en atmósferas. Una atmósfera bien elaborada contribuye a hacer más eficaz la historia (en palabras de Samperio); sobre todo si tomamos en cuenta la presencia continua de los olores y relacionamos éstos con su significado simbólico.
El cuarto olía a horror, a incienso y sangre[10]
…la recámara está en ruinas, y allí se concentra ese olor a incienso y sangre que ha permeado la casa[11]
El olor del incienso pretende ahuyentar los malos espíritus y los influjos malévolos. Vemos esto reflejado en ese espíritu vengativo que quiere apoderarse de un lugar ajeno. Por otro lado, el mito identifica la sangre con la fuerza vital. Los sacrificios humanos o de animales son ritos de sangre que tratan de liberar esas fuerzas. La figura de Chac Mool tiene sobre su costado un casuelón en el que, supuestamente, se entregaban los corazones de sacrificios humanos. En el cuento se describe un indicio que lleva al lector a suponer la importancia de la presencia de la sangre:
Un guasón pintó de rojo el agua del garrafón en la oficina, con la consiguiente de la perturbación de las labores… El culpable se ha valido para hacer sarcasmos a mis costillas el día entero, todos en torno al agua…[12]
Aunado a esta simbología, el agua simboliza la plenitud de todas las posibilidades. Como deidad representativa del agua, Chac Mool buscaba esa plenitud en la vida común de un aristócrata porfiriano.
Desde el momento en que Filiberto lleva la estatua de Chac Mool a su casa, inicia el proceso de encarnación en la deidad; hecho relacionado con el ya conocido de la doctrina bíblica como “el Verbo se hizo carne”.
Parece ser que mientras dura el tiempo de lluvia, Chac Mool permanece tranquilo, satisfecho; pero al momento de presentarse el tiempo de sequía, Chac adquiere un temperamento hostil, intranquilo, irritable, como si se estuviera deteriorando. Es entonces cuando Filiberto se siente prisionero.
Ahora Filiberto descubre que la verdadera realidad es ésa, y no la realidad común y monótona a la que estaba acostumbrado.
De un pasado prehistórico enterrado en un sótano (lugar en donde Filiberto había puesto la estatua), resurge la figura representativa de ese pasado para convertirse en el nuevo dueño, y hacer de Filiberto su prisionero y enviarlo, ahora a él, a formar parte de la colección de huesos enterrada en el sótano. Los papeles se cambian. Ahora ese dios “lleva a cabo una venganza en forma de sacrificio ritual sobre el personaje representante del mexicano medio contemporáneo. Tales hechos vienen a incidir en la idea del pasado no asimilado y en la pervivencia del mundo actual del espíritu indígena, que parece seguir pidiendo de forma misteriosa un periódico tributo de sangre, y que, en opinión de Fuentes, no ha de ser negado, sino comprendido y asumido como parte integrante del mexicano mestizo”[13]
La perturbación y el daño psicológico que se vieron acrecentados en Filiberto cada vez más, y que afectaron tanto su vida personal como laboral, podrían suponer la conjetura de que todo se desarrolló en la sola mente del personaje, misma que lo llevó a su muerte. No obstante, el final del cuento que manifiesta el encuentro del amigo con el indio amarillo aparecido en la casa de Filiberto, deja entrever una realidad en la que los personajes, de verdad, formaron parte.
“Leer a “Chac Mool” significa desplegar el pasado, hacerlo presente, presenciarlo, participar de la transgresión; así el amigo trata de recuperar, en la lectura del diario, el pasado personal de Filiberto”[14].















[1] SAMPERIO, Guillermo; “Después apareció una nave”, Ed. Alfaguara, México 2002, p.97
[2] FUENTES, Carlos; “Cuerpos y Ofrendas”, Ed. Alianza, México 1994, p. 22
[3] Op. Cit. 2 P. 20
[4] Op. Cit. 2 P. 20
[5] Op. Cit. 2 P. 21
[6] Op. Cit. 2 P. 29
[7] Op. Cit. 2 P. 24
[8] TODOROV, Tzvetan; “Las categorías del relato literario”, en Análisis Estructural del Relato. Ed. Coyoacán, México 1998, p. 181
[9] Op. Cit. 1 P. 77
[10] Op. Cit. 2 P. 26
[11] Op. Cit. 2 P. 28
[12] Op. Cit. 2 P. 22

[13] ORDIZ, Francisco; “El mito en la obra narrativa de Carlos Fuentes”, Universidad de León, Madrid 1987, p. 201
[14] GARCÍA, Georgina; “Los Disfraces”, La obra mestiza de Carlos Fuentes. Ed. CM, México 1981, p.29

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